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Showing posts from 2012

Encuentro imaginario en París con Martín Caparrós

(2012) Recién leía Una luna , de Martín Caparrós. Éste narraba, en uno de los capítulos del libro  —su hiperviaje —  un momento en el que estaba en el metro de París y decía que, en vez de unir, el metro separa, porque todo el montón está ahí abajo mientras que los demás están ahí arriba. Entonces me imaginaba una situación en la que entraba en el metro, en París, en cualquier estación que a usted se le ocurra, y encontraba a Caparrós hablando con dos personas. Luego hacían un silencio largo y yo me daba media vuelta (porque estaba de espaldas a ellos) y me ponía a hablarles, sin dejarles meter bocado empezaba a decirles cosas, pero más que nada le hablaba a Caparrós. Le decía:       Vos sabés qué raro todo esto. Hace un tiempo yo estaba en Madrid, estaba leyendo en una librería y empezó a caer gente, toda de la tercera edad, con excepción de algún jovencito amigo de o pariente de, etcétera, y resulta que empiezan a presentar un libro y yo me quedo un poco para ver qué decía

Homenaje a Paloma

(2012) Las siguientes palabras están dedicas a Paloma, profesora de Yoga de Madrid. Llegué yo a Madrid a finales de 2009 con la esperanza intacta de una nueva vida en Europa y las ganas de probar nuevas cosas. Había conocido el yoga años atrás, pero nunca había hecho Bikram Yoga. La sede de Barquillo, en Madrid, fue el sitio de mi bautismo. Y entre los profesores del estudio, estaba Paloma. Ella fue, junto con otras tres chicas, mi profesora de yoga los meses que practiqué Bikram. En nuestros pocos encuentros fuera de la clase, no cruzamos más que breves palabras, alguna anécdota, alguna risa relajada. Nada más. Antes de ayer, mi compañera en esta vida me contó la noticia. —Paloma murió hace diez días. Fue una noticia inesperada, incomprensible, al menos para mí. Cómo era posible que una mujer de su edad, cómo era posible que ella, cómo era posible, cómo. Pero sucedió, y esa amarga certeza de saber que no hay nada que uno pueda hacer para evitar ciertas cosas en l

Canciones hechas con barro

         (2012) Todo nos demuestra que debajo de los párpados los ojos se consumen en sueños irrefrenables, que consiguen mantener su rumbo sin necesidad de control. La ceguera no nos permite ver, o eso dicen. Porque con solo mantener los ojos cerrados todo cierra, todo cobra otro matiz. ¿Quién puede decirnos qué está bien y qué está mal? A la memoria de Luis Alberto Spinetta y  dedicado a mi amigo desde siempre Matías De Brasi En sueños voló alto sobre bosques de terciopelo y de almendra. El aroma de la albahaca, el sabor del cilantro y del ámbar En las palabras desnudas, deshilachadas Palabras que el viento arrastró. El idioma es un ave de mil colores, Que sobrevuela parajes desiertos, Bocas como cajones lleno de cosas viejas Los pies hundiéndose en el barro. Y en el barro, Invisible barro nunca tierra seca, Nunca desesperanza de un mañana mejor, Inventó canciones ingobernables. En sueños voló alto un cóndor Aterciopelado y esq

El día en el calendario

(2012) El comentario de Cimbalina, relacionado con la última publicación del blog, no me deja indiferente. Tengo en mi casa un calendario que marca cada día de cada mes la fecha de nacimiento de un escritor célebre. Es un calendario literario. El día anterior a leer el comentario de Cimbalina descubrí, en el calendario que cuelga en una de las paredes del salón, que Julio Cortázar había nacido un 26 de Agosto. No quedé boquiabierto al descubrir que, como bien dice Cimbalina, publiqué Cortázar en Mendoza Capital el mismo día de su nacimiento. No lo sabía y su descubrimiento fue una suerte de sorpresa que me deparó una gran alegría. Acá habría que empezar a hablar de casualidad o causalidad, pero no importa qué es. Hoy no busco un por qué. Solamente me alegro de que se haya dado tal coincidencia, si es que las coincidencias existen, etcétera. En fin, lo considero mi regalo a Don Julio Cortázar, cómplice literario, en su nonagésimo octavo cumpleaños. Sí, definitivamente qu

Cortázar en Mendoza Capital

(2012) Hace varios años me fui a de viaje al noreste de Argentina. Recorrí  Tucumán, Salta, Jujuy. Mendoza capital fue la última ciudad de ese viaje. Estaría 11 horas allí esperando un autobús que me lleve de regreso a Buenos Aires. Nunca hubiese imaginado que en una pizzería vería a Cortázar. Las 11 horas se sucedieron con calma. Recorrí la ciudad a pie, sin peso en la espalda gracias a que había dejado la mochila en un guarda equipaje de la estación de autobuses. Me sentía contento después del gran viaje que había realizado y la ciudad me envolvía con su encanto ameno y soleado de Febrero. Era verano, y la gente se movía con ese aire entre desenvuelto y retraído de los días calurosos. Sin embargo, el olor de los neumáticos de los coches que pasaban por las avenidas revelaba el rechazo que siento por el caucho y el cemento. Después de un tiempo de andar a la deriva, me senté en las mesas de una pizzería, al aire libre, en una vereda cubierta por la sombra de árbole

Homenaje a Amelia Earhart

En el 115 aniversario de su nacimiento. (2009) Cuna de alas que se estropean sin descanso Con la marcha inalterable del tiempo, De ojos como entes omnipresentes. Donde se esparcen pequeños árboles estáticos Contra horizontes insólitos de sombras inconmensurables. En el aire hay también un puerto Y hay aves y nubes y distancia. Humo de hélices en el viento, Memoria de estelas imperceptibles: Las huellas innúmeras del género humano. Aroma de sales etéreas Caída, vértigo, augurio, abatimiento. Despertar hacia propias esencias ocultas Y aprehender ese destello fulgurante Que ofrecen las pasiones primarias. Puerto de almas que sueñan en secreto: Una mujer es una casa Con hogar a leña y plantas y jueves Y el anhelo íntimo de alcanzar en soledad Las arenas insoslayables de la existencia.

Cigarrillos

Fumé mi primer cigarrillo a los 11 años en la casa de mi mejor amigo de la escuela. Además de él y yo, los verdaderos impulsores de aquella aventura tabacalera, había tres o cuatro chicos más que habían venido con el mismo objetivo: fumar un cigarrillo que mi amigo había conseguido y que guardaba sobre el armario de su pieza, al que sólo se podía llegar subiéndose al escritorio. Bajó el paquete de Le Mans medio arrugado y sacó el primer cigarrillo que todos miramos y olimos con ansias de probar el sabor humeante de lo desconocido. No sé quién fue el primero en encenderlo. Al probarlo, recuerdo haber sentido el gusto pastoso característico de esos cigarrillos horribles que fumé durante algunos años más sólo porque a mi madre no se le había ocurrido mejor idea que encariñarse con esos cigarrillos de segunda categoría pero cuyas publicidades lo hacían parecer como los cigarrillos más deseables. Recuerdo todavía el lema de sus publicidades: “Le Mans, compañero de emociones”. Luego, agra

Postales II

(2012) Desde mi primera experiencia en el exterior, descubrí sin sorpresa que me gusta enviar postales. No sé por qué. Debe ser una de esas cosas que a uno le apetece hacer. Será tal vez un pasatiempo, o las ganas de compartir con la gente querida lo que el espacio y el tiempo no nos permiten compartir. Será que me gustan sellos de otros países o dejar las postales en buzones extranjeros. Tal vez me gusta la síntesis que aplicamos en esos mensajes con sabor a nostalgia. Lo más probable es que sean todas esas razones, entre otras tantas, las que me hacen elegir una postal, escribir unas líneas pensando en la persona a la que le voy a enviar dicha postal, regresar a casa a buscar la dirección de fulanito, volver a la calle y caminar hasta el estanco más cercano para comparar una estampilla, humedecerla con la lengua, pegarla en la esquina derecha, lo más arriba posible, dirigirme al buzón más próximo y arrojar la postal no sin antes darle un beso de buena suerte, como si ese beso fuese e

Hit the road, Jack

(2012) Jack Kerouac 12/03/1922 – 21/10/1969 Recuerdo el momento en el que abrí el libro En el camino por primera vez. Vivía con mi familia en un departamento del conurbano bonaerense. En el último piso del edificio, estaba la terraza. En la terraza, al dueño de cada departamento del edificio le correspondía un baulera, un cuarto pequeño con olor a humedad y a trastos viejos lo más parecido a un ático sin ventanas. Allí, entre sillas viejas, sombrillas y reposeras de playa con restos de arena seca, candelabros y vajillas viejísimos y cucarachas muertas panza arriba, había también cajas con libros. Casi todas, si no me equivoco, pertenecían a mi abuelo, heredadas por mi madre. En una de esas cajas descubrí, con asombro, el libro en cuestión. De amarilla tapa dura, perteneció a mi abuelo materno "El Negro" José Eduardo. El mundo exterior que percibimos es el reflejo de lo que sentimos. En aquél entonces tenía yo 18 años. Era la época del descubrimiento del mundo exterior. Yo lo

Postales

(2012) A Matías y Daniela Una pareja viajó a la Patagonia. Durante sus vacaciones, acariciaron otra vida. El tiempo libre, los cielos abiertos, la inmensidad de montañas inconquistables. Cada sitio, cada aroma, el contacto con la tierra abrió viejas ventanas interiores, conquistó nostalgias, sosegó heridas. En todo ese tiempo, la pareja recordó que no hay crimen más grande que el olvido. Por eso, y porque la amistad desconoce de fronteras, decidieron enviar postales. Se detuvieron en los pequeños comercios de los pueblos del interior del país y buscaron una postal, y luego otra. Así, a lo largo de los caminos que recorrieron, fueron enviando postales a sus amigos. Una postal para cada persona entrañable. Entre ellos, estrella afortunada, estaba yo. Sin embargo, mi postal no me llegó con un sello del correo argentino. No la encontré en mi buzón de la calle Atocha. No me la entregó un cartero apurado. Mi postal viajó en el bolso de una mujer, envuelta en un sobre marrón. La hermana de un

Los ojos

(2012) Hoy seré subjetivo. Los ojos es una obra de teatro hecha a mí medida. Dos mujeres, madre e hija, Natalia y Nela, argentinas, viven en un pueblito del norte de España. La hija está de novia con un hombre español, Pablo, ciego de nacimiento. El conflicto se genera, aparentemente, cuando una médica española convence Pablo de que puede curarlo, de que puede ver. Y digo aparentemente, porque el conflicto ya está presente desde el comienzo de la obra, el conflicto que significa vivir lejos de la tierra madre, del amor que perdimos, del amor que podemos perder. Una obra profundamente bella, por la veracidad de sus personajes, la eficacia de los diálogos, de los conflictos que cada uno de esos personajes sufre. Todo cierra en un círculo perfecto. Nada queda velado para los sentimientos. La vida está ahí.

Primavera salvaje

(2009) Una cúpula se forma con las manos Acoge la llama del fuego anónimo Marea de aromas que se elevan sigilosos Desde los vértices ardientes de una esquina desolada Quizás en busca de un pasaje hacia otra zona Más afable, más dulce, más candente El ígneo deseo ignorado naufragaba En las aguas desorientadas de la inocencia Reminiscencias bruscas de una primavera salvaje Traspasan la espesura pringosa de los años, El nacimiento de símbolos vestales En el útero sangrado de sombras diáfanas Máscaras concebidas en el núcleo de nubes circulares Bajo la lumbre segregada de lunas ciegas En ciclos constantes que el intelecto no adivina: Signos elocuentes en los contornos de tu lengua Quizás en busca de un paisaje, de otra región Más abierta, más feroz, más pedregosa Ensueño de caminantes que renuncian Al templo profano de las formas

Juventud

(2012) Juventud es una novela con tinte autobiográfico del escritor sudafricano Coetzee, ganador del Premio Nobel de Literatura. Relata la historia de un joven de 20 años que busca su lugar en el mundo. Con una prosa armónica y una conciencia metafísica del mundo, con preguntas filosóficas propias de un escritor con letras mayúsculas, el libro no dejará a nadie indiferente. Uno se sentirá reflejado en el personaje, sentirá que las experiencias que éste vive en su interior uno ya vivió en aquella época donde todo resultaba una novedad, el mundo era un irreverente remolino de ansiedades y no había rey que abaratara la voluntad divina de cambiar ese mundo. Los invito a acercarse a este libro y dejarse llevar por el encanto de esta gran pluma sudafricana.

El Príncipe de las Mareas

(2012) El hombre se interroga pero Dios decide cuándo matar al Príncipe de las Mareas Les voy a contar una pequeña anécdota relacionada con este libro. Me referiré a cómo lo conseguí y por qué hay todavía lugar para la esperanza, por qué podemos todavía creer en la bondad de los hombres. Hace dos meses fuimos a ver una obra de teatro a una sala pequeña llamada El Caldero de Oro, frente al río Manzanares. En el descanso de la obra, nos sentamos en una de las mesitas a beber una cerveza. Al lado nuestro, contra la pared, había una hilera de libros que formaban una pequeña biblioteca. Entre ellos estaba El príncipe de las mareas. Movido por una repentina curiosidad, leí la primera página. El tono de la primera página de cualquier libro nos indica lo que sucederá después. Esa primera página me atrapó por su narración musical y poética a la vez. Días después de aquella noche, decidí buscar ese libro: quería leerlo. Los impulsos no nos definen, pero indican en qué frecuencia estamos. Ese imp

Pina

(2012) En principio, diré lo primero que pensé cuando terminé de mirarlo: tendría que haber más films como Pina. Mejor dicho: films como Pina deberían tener más promoción en el mercado. Pina es una película de Wim Wenders que homenajea a Philippine Pina Bausch, bailarina alemana, posteriormente profesora y una de las coreógrafas de danza contemporánea más peculiar de nuestro tiempo. El film es una pieza bellísima editada con eficacia magistral. Pero no es una biografía. Todo gira en torno a sus trabajos en la danza. Es la vida de la artista desde el punto de vista de sus alumnos y colegas de trabajo, es decir, la vida de Pina a partir de la visión de aquellos que la trataron y que de ella aprendieron. Dueños de una originalidad sin fronteras, los bailarines de la Compañía de Pina nos revuelven el estómago como peces en una pecera. Nos inspiran a cada instante, nos incitan a creer en la danza como la expresión más elevada del arte. El film también despierta, por si fuera poco, nuestros

Cosas que quedan

(2012) In memorian Alfredo H. Vanini Hace muchos años, mi abuelo me recomendó que viera la película El Ciudadano Kane. Fue una tarde destemplada en el balcón de su departamento de Devoto. Esa tarde, como tantas otras, yo lo visité más por insistencia de mis padres que por voluntad propia. En esa época yo estaba en otra, como se dice. Todavía no lo sabía, pero esa visita sería la última antes de su partida final. En su casa, que para mí siempre olía a farmacia y sabía a Seven Up, uno tomaba té. Al menos yo. Y con leche, porque según mi abuelo “el té sólo no hace nada, nene, vos tenés que alimentarte, que estás muy flaco” y llamaba a su criada para que le ponga una gotita de leche al té que yo terminaba tomando sin ganas para darle el gusto a él. Esa tarde no fue la excepción: té con leche en el balcón. Un balcón amplio con algunas macetas a las que nadie prestaba atención y que la intemperie se encargó de estropear. Él vestía su usual pantalón de lino, un pullover y su gastado gorro mar

Perdón con elefantes

(2012) Una pareja viajó a México. Recorrieron ciudades, subieron pirámides aztecas, las bajaron; descubrieron historias secretas de Teotihuacán, saborearon la sopa de pueblos indígenas, creyeron ver la sombra huidiza de Moctezuma. La pareja se hospedó en hoteles. Fue precisamente en uno de ellos donde sucedió: a causa de un atraco, les pidieron perdón con elefantes. Una noche como cualquier otra, la pareja hacía tiempo en el lobby del hotel. Intercambiaron comentarios del viaje, jugaron con el móvil, leyeron revistas de actualidad. Luego, subieron a la habitación. Al poco, volvieron a bajar para cenar. Cuando regresaron a la habitación, a él le faltaba el móvil. Ella llamó a la recepción del hotel. Eran las once de la noche. El conserje de turno no supo manejar la situación. Cuando el jefe de recepción llegó, dijo que era imposible que lo hayan robado. Nadie tiene acceso a las habitaciones después de las cinco de la tarde a menos que así lo requieran los clientes, dijo. Pensaron en la

La pequeña flauta mágica

(2012) El teatro, la ópera y Mozart, otra vez. El bello teatro que nos permite vivir una y otra vez situaciones que habíamos olvidado, extraviadas en el desorden de la memoria. Te invito al teatro a ver la ópera La Flauta Mágica, de Mozart, en versión infantil, es decir La Pequeña Flauta Mágica, para que vuelvas a descubrir por qué nos gusta tanto sentarnos en una butaca y ver al Rey Sol, a la Reina Luna, al Papageno, a la Princesa Pamina y al Príncipe Tamino apoderarse del escenario con la gracia de gacelas elegantes. Estos músicos y cantantes nos enseñan a sentir la ópera de otra manera. El pianista, con sus manos prodigiosas; los cantantes, con sus voces de mirlo despertando nuestros sentidos musicales; la flautista, enseñándonos con cada nota que el viento está hecho de música. Una obra grande para los más pequeños que nos demuestra una vez más que la magia de la ópera todavía puede encontrarse en los escenarios de Madrid.

Diez negritos, de Agatha Christie

(2012) No son muchas las veces en las que se define a un autor con las palabras adecuadas. He aquí la prueba de que se puede: Agatha Christie ha sido bien clasificada como la Dama del misterio. Me ha hechizado, he sido absorbido en su mundo gracias a una prosa limpia y un argumento trabajado. Un solo libro leído ha bastado para darme cuenta de que tenía en mis manos la prueba indiscutible de que existe (existía) un autor que sabe (sabía) como llevar al lector a donde quería, que sabía cómo hacerte pensar en una cosa que luego resultaba tan infantil al descubrir lo que sucedería más adelante. Página tras página he caído en la trampa. Pero más que nada, he caído en las redes de su fantasía, en la dependencia más hermosa del mundo: sus libros. Ten little niggers. Diez negritos. Así se llama la novela. Convengamos en que ya el título es atractivo. Y provoca. Asombro, desasosiego, sorpresa, turbación son algunos de los adjetivos con los que podría caracterizar al libro. En resumen, diez per