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Showing posts from January, 2012

Pina

(2012) En principio, diré lo primero que pensé cuando terminé de mirarlo: tendría que haber más films como Pina. Mejor dicho: films como Pina deberían tener más promoción en el mercado. Pina es una película de Wim Wenders que homenajea a Philippine Pina Bausch, bailarina alemana, posteriormente profesora y una de las coreógrafas de danza contemporánea más peculiar de nuestro tiempo. El film es una pieza bellísima editada con eficacia magistral. Pero no es una biografía. Todo gira en torno a sus trabajos en la danza. Es la vida de la artista desde el punto de vista de sus alumnos y colegas de trabajo, es decir, la vida de Pina a partir de la visión de aquellos que la trataron y que de ella aprendieron. Dueños de una originalidad sin fronteras, los bailarines de la Compañía de Pina nos revuelven el estómago como peces en una pecera. Nos inspiran a cada instante, nos incitan a creer en la danza como la expresión más elevada del arte. El film también despierta, por si fuera poco, nuestros

Cosas que quedan

(2012) In memorian Alfredo H. Vanini Hace muchos años, mi abuelo me recomendó que viera la película El Ciudadano Kane. Fue una tarde destemplada en el balcón de su departamento de Devoto. Esa tarde, como tantas otras, yo lo visité más por insistencia de mis padres que por voluntad propia. En esa época yo estaba en otra, como se dice. Todavía no lo sabía, pero esa visita sería la última antes de su partida final. En su casa, que para mí siempre olía a farmacia y sabía a Seven Up, uno tomaba té. Al menos yo. Y con leche, porque según mi abuelo “el té sólo no hace nada, nene, vos tenés que alimentarte, que estás muy flaco” y llamaba a su criada para que le ponga una gotita de leche al té que yo terminaba tomando sin ganas para darle el gusto a él. Esa tarde no fue la excepción: té con leche en el balcón. Un balcón amplio con algunas macetas a las que nadie prestaba atención y que la intemperie se encargó de estropear. Él vestía su usual pantalón de lino, un pullover y su gastado gorro mar

Perdón con elefantes

(2012) Una pareja viajó a México. Recorrieron ciudades, subieron pirámides aztecas, las bajaron; descubrieron historias secretas de Teotihuacán, saborearon la sopa de pueblos indígenas, creyeron ver la sombra huidiza de Moctezuma. La pareja se hospedó en hoteles. Fue precisamente en uno de ellos donde sucedió: a causa de un atraco, les pidieron perdón con elefantes. Una noche como cualquier otra, la pareja hacía tiempo en el lobby del hotel. Intercambiaron comentarios del viaje, jugaron con el móvil, leyeron revistas de actualidad. Luego, subieron a la habitación. Al poco, volvieron a bajar para cenar. Cuando regresaron a la habitación, a él le faltaba el móvil. Ella llamó a la recepción del hotel. Eran las once de la noche. El conserje de turno no supo manejar la situación. Cuando el jefe de recepción llegó, dijo que era imposible que lo hayan robado. Nadie tiene acceso a las habitaciones después de las cinco de la tarde a menos que así lo requieran los clientes, dijo. Pensaron en la

La pequeña flauta mágica

(2012) El teatro, la ópera y Mozart, otra vez. El bello teatro que nos permite vivir una y otra vez situaciones que habíamos olvidado, extraviadas en el desorden de la memoria. Te invito al teatro a ver la ópera La Flauta Mágica, de Mozart, en versión infantil, es decir La Pequeña Flauta Mágica, para que vuelvas a descubrir por qué nos gusta tanto sentarnos en una butaca y ver al Rey Sol, a la Reina Luna, al Papageno, a la Princesa Pamina y al Príncipe Tamino apoderarse del escenario con la gracia de gacelas elegantes. Estos músicos y cantantes nos enseñan a sentir la ópera de otra manera. El pianista, con sus manos prodigiosas; los cantantes, con sus voces de mirlo despertando nuestros sentidos musicales; la flautista, enseñándonos con cada nota que el viento está hecho de música. Una obra grande para los más pequeños que nos demuestra una vez más que la magia de la ópera todavía puede encontrarse en los escenarios de Madrid.

Diez negritos, de Agatha Christie

(2012) No son muchas las veces en las que se define a un autor con las palabras adecuadas. He aquí la prueba de que se puede: Agatha Christie ha sido bien clasificada como la Dama del misterio. Me ha hechizado, he sido absorbido en su mundo gracias a una prosa limpia y un argumento trabajado. Un solo libro leído ha bastado para darme cuenta de que tenía en mis manos la prueba indiscutible de que existe (existía) un autor que sabe (sabía) como llevar al lector a donde quería, que sabía cómo hacerte pensar en una cosa que luego resultaba tan infantil al descubrir lo que sucedería más adelante. Página tras página he caído en la trampa. Pero más que nada, he caído en las redes de su fantasía, en la dependencia más hermosa del mundo: sus libros. Ten little niggers. Diez negritos. Así se llama la novela. Convengamos en que ya el título es atractivo. Y provoca. Asombro, desasosiego, sorpresa, turbación son algunos de los adjetivos con los que podría caracterizar al libro. En resumen, diez per