(2016) Me detengo. Me siento. Tengo la sensación de tener la cabeza en muchas partes y en ninguna a la vez. Como los fragmentos de una imagen esparcidos en un lago quieto. El tiempo se mueve al ritmo de las manecillas del reloj. Un reloj detenido es la prueba brutal de que el tiempo sigue su curso, de que tanto tiempo como espacio están en constante movimiento. Cada día comprendo que nadie es perfecto, que la suerte ya está echada. Y que, sin embargo, todo puede cambiar. Es la vida la que nos mata, no la muerte. Y a ella nos aferramos. Me pongo de pie. Empiezo a andar. ¿Adónde me lleva la vida?
Los espejos de agua tienen su magia y su misterio. Te asomas y te ves a ti; pero si le das un pequeño toque con uno de tus dedos, sucederá un movimiento cambiante, en el que podrás ver a quien tienes detrás.
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