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22 de Marzo, 2014

(22 de Marzo, 2014)

Tenemos vecinos nuevos. Los acabo de despedir a la salida del ascensor con un recatado hasta luego. El portón, casi se los cierro en la cara. Entré al ascensor rápidamente: uno siempre desconfía de las caras nuevas. Entraron después de mí ágilmente, como dos leopardos.
Durante el ascenso, la pareja cruzó algunas palabras. Después, fue todo silencio. Nos estudiamos sin mirarnos, sólo percibiendo el estar y el sentir de la persona a su lado. Sentí que ellos también se estudiaron un instante. Fue un momento extraño, lleno de magia.
Él abrió la puerta del ascensor. Ella esperó a que yo le ceda el paso. Lo hice, pero sin un mínimo gesto: no me moví un ápice. Ella salió despedida. Fue por la incertidumbre, que le abrió los ojos. No los miré. Fui hacia el portal derecho, sin parpadear un instante.

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Desconectar a tiempo

(2014) En la vida uno tiene que saber desconectar a tiempo. Dejar un lado el modo productivo para adentrarse en el modo de búsqueda. Contemplar un atardecer desde tu ventana. Un sol que se derrumba sobre los techos, tiñendo de tonos de color ocre las chimeneas y los tejados. Dejar de lado las noticias vacías en el periódico electrónico y rescatar de entre los recuerdos los bosques de tu propia morada. Y dejar que el viento ponga sus manos frías en tu cuerpo, como una mujer que quisiera poseerte. Desconectar a tiempo para no perderse la belleza que acontece cuando el color de la tarde entra en tu casa, te arrulla con su brisa, te acongoja con su somnolencia. Que las fronteras desaparezcan en el globo terráqueo de tu cabeza. Que florezcan amapolas en el jardín de tus apariencias. Y que las barcas de lágrimas que navegan los ríos de tus entrañas encuentren su océano en tu mirada. Que la vida no sea despiadada porque sí. Preparas primero tu mano para que tenga más poder.

Vueltas y más vueltas

Si tan solo pudiera convencerte de que todo lo que nos une ha caducado. Si vieras que en mi cuerpo las heridas están abiertas más tiempo del debido. Si encontrara la forma de mostrarte que lo que viste a nuestros cuerpos es perecedero. Si en la sombra pudiera recrearte y en la luz fueras mía, siempre mía. Si la lluvia que nos moja nos secara las lágrimas que el corazón pontifica. Si el esclavo que toca el hierro de su celda descubriera que del otro lado del muro la fantasía deviene tragedia. Si el ruido que retumba en tus huesos proviniera de afuera y no de adentro. Si todo lo que tocas se destruye, ¿cómo pretendes vivir en paz? Si el frío te despierta en el banco de una plaza y lo primero que sientes es alegría. Si el amor que ha partido te enseñara que terminar es empezar de nuevo. Si la flor que se marchita en tu mano fuese roja toda la vida. Si el dolor de una despedida endulzara tus encías. Si lo que buscas no lo buscaras con tristeza, sino con un ápice de ganas. Si en el fondo de

La niña y el globo

(2014) Esta es un historia corta. Cuando uno suelta realmente las cosas, entiende hacia donde van. Como el globo que suelta la niña al cielo. El conflicto de la niña: por un lado, el sistema que ordena tener cosas para ser feliz; por el otro, el alma de la niña, que es más feliz mirando el recorrido azaroso del globo en el aire. La niña no piensa, así, en su cuerpo sosteniendo el piolín del globo. La niña vuela, así, el mismo vuelo que vuela  el globo.