(2012)
Una pareja viajó a México. Recorrieron ciudades, subieron pirámides aztecas, las bajaron; descubrieron historias secretas de Teotihuacán, saborearon la sopa de pueblos indígenas, creyeron ver la sombra huidiza de Moctezuma.
La pareja se hospedó en hoteles. Fue precisamente en uno de ellos donde sucedió: a causa de un atraco, les pidieron perdón con elefantes.
Una noche como cualquier otra, la pareja hacía tiempo en el lobby del hotel. Intercambiaron comentarios del viaje, jugaron con el móvil, leyeron revistas de actualidad. Luego, subieron a la habitación. Al poco, volvieron a bajar para cenar. Cuando regresaron a la habitación, a él le faltaba el móvil. Ella llamó a la recepción del hotel. Eran las once de la noche.
El conserje de turno no supo manejar la situación. Cuando el jefe de recepción llegó, dijo que era imposible que lo hayan robado.
Nadie tiene acceso a las habitaciones después de las cinco de la tarde a menos que así lo requieran los clientes, dijo.
Pensaron en la posibilidad de haber olvidado el móvil en el restaurante, pero nadie lo vio allí tampoco. El caso terminó ahí, porque eso quiso la pareja, más que nada porque no querían preocupaciones así en época de vacaciones.
Sin embargo, porque los hoteles están orientados al servicio al cliente, porque creen (o quieren creer) que el cliente no sólo tiene siempre la razón sino el derecho a tenerla, la mañana siguiente decidieron organizar un perdón original por el inconveniente ocasionado.
Al regresar a la habitación después de un día largo de monumentos y tortitas y enchiladas picantes, la pareja encontró las toallas del baño dispuestas de una forma particular: tenían forma de elefantes. Por qué no el lobo mexicano o el águila real, animales típicos de México, no lo sabremos nunca. Lo que sí sabemos es que ésa fue la curiosa manera que encontró la Gerencia del Hotel para pedir perdón por las molestias ocasionadas.
Una pareja viajó a México. Recorrieron ciudades, subieron pirámides aztecas, las bajaron; descubrieron historias secretas de Teotihuacán, saborearon la sopa de pueblos indígenas, creyeron ver la sombra huidiza de Moctezuma.
La pareja se hospedó en hoteles. Fue precisamente en uno de ellos donde sucedió: a causa de un atraco, les pidieron perdón con elefantes.
Una noche como cualquier otra, la pareja hacía tiempo en el lobby del hotel. Intercambiaron comentarios del viaje, jugaron con el móvil, leyeron revistas de actualidad. Luego, subieron a la habitación. Al poco, volvieron a bajar para cenar. Cuando regresaron a la habitación, a él le faltaba el móvil. Ella llamó a la recepción del hotel. Eran las once de la noche.
El conserje de turno no supo manejar la situación. Cuando el jefe de recepción llegó, dijo que era imposible que lo hayan robado.
Nadie tiene acceso a las habitaciones después de las cinco de la tarde a menos que así lo requieran los clientes, dijo.
Pensaron en la posibilidad de haber olvidado el móvil en el restaurante, pero nadie lo vio allí tampoco. El caso terminó ahí, porque eso quiso la pareja, más que nada porque no querían preocupaciones así en época de vacaciones.
Sin embargo, porque los hoteles están orientados al servicio al cliente, porque creen (o quieren creer) que el cliente no sólo tiene siempre la razón sino el derecho a tenerla, la mañana siguiente decidieron organizar un perdón original por el inconveniente ocasionado.
Al regresar a la habitación después de un día largo de monumentos y tortitas y enchiladas picantes, la pareja encontró las toallas del baño dispuestas de una forma particular: tenían forma de elefantes. Por qué no el lobo mexicano o el águila real, animales típicos de México, no lo sabremos nunca. Lo que sí sabemos es que ésa fue la curiosa manera que encontró la Gerencia del Hotel para pedir perdón por las molestias ocasionadas.
Los elefantes tienen "algo" que me genera tristeza, hasta angustia.
ReplyDeleteEs porque son vegetarianos, por eso están sosegados y con ese aire. Sino fijate en los leones, siempre excitados. Es porque son carnívoros. Podés mirar esto también en la vida urbana. Los yoguis serían los elefantes, mientras que todos nosotros seríamos los leones, con nuestros riquísimos asados. Un abrazo grande y gracias por los comentarios.
ReplyDeleteSi, tenés razón. Nunca lo había pensado detenidamente, se me vienen a la memoria las jirafas, que también me sensibilizan. Me voy a leer que te pareció Pina.
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