(2009) Parece mentira. Me he propuesto comenzar un blog y actualizarlo a diario. Pero a la primera que me despisto, ese otro me libra de escribir, ese otro que siempre me dice que no tiene ganas de escribir, que hoy no. Entonces intento regresar a una identidad más real, intento centrarme, respiro hondo buscando ser uno solo. Pero no puedo. Estoy ido, perdido entre el humo del tabaco y las nieblas del alcohol, y ese otro me ha poseído y me arrastra sin tregua por caminos fangosos. Con los ojos cerrados, le grito: le pido, le imploro que termine con ese martirio, le repito que existen paisajes más bellos, que una tregua nos favorecerá a ambos. Pero a él le vale mierdas lo que digo. Me escupe la cara, golpea mis costillas con sus zapatos enormes, me arroja como un bulto contra los arbustos, me tapa la boca con barro y me susurra al oído “¿vas a callarte ahora, pedazo de hijo de puta?” Y yo me callo, sin ganas, pero me callo. Cierro mi boca, cierro los ojos, sumiso. Aunque quisiera agredi...
Fragmentos de una vida pasajera y sus múltiples identidades