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Yo creo en el amor

(2015)

Yo creo en el amor.
Ese que retumba en tu pecho con ritmo cansino,
Ese que te quema los párpados,
Ese que paraliza tus pasos,
Ese que cae con una constante y fina lluvia
desde el cielo abovedado de tu cráneo.

Yo creo en el amor.
Ese que te ahoga en tu habitación a solas,
Ese que te encadena al pasado en la soledad de tu almohada,
Ese que tensa tu cuello hasta el hartazgo,
Ese que hace de tu inocencia un papel arrugado,
Ese que hecha aguardiente en tus heridas calientes,
Ese que te revuelve las tripas con el puño cerrado,
Ese que de pronto te ofrece redención.

Yo creo en el amor.
El que tira piedras a tu culpa hasta que se desangre,
El que dibuja la ausencia del amor en tu guitarra,
El que te da la espalda cuando más lo necesitas,
El que te desvela en la noche profunda,
El que te destapa cuando hace frío,
El que cubre de agujas tu cama fría,
El que te quita el hambre y el sabor de tu boca,
El que aumenta el ardor de tus heridas más ardientes.

En el amor yo creo,
El que te roba la atención sin tregua,
El que empina tu codo con el vino del desencanto,
El que gobierna tu conciencia con tratados masoquistas,
El que te ata las manos y echa brea en tus alas,
El que no escatima en balas cuando es tiempo de penas,
El que vomita en tu boca la espuma de la rabia,
El que domina tu voluntad y te pone de rodillas,
El que te hace creer todo aquello que no quieres creer.

El amor, ese amo que sube al cielo
en escaleras hechas de sogas.

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La niña y el globo

(2014) Esta es un historia corta. Cuando uno suelta realmente las cosas, entiende hacia donde van. Como el globo que suelta la niña al cielo. El conflicto de la niña: por un lado, el sistema que ordena tener cosas para ser feliz; por el otro, el alma de la niña, que es más feliz mirando el recorrido azaroso del globo en el aire. La niña no piensa, así, en su cuerpo sosteniendo el piolín del globo. La niña vuela, así, el mismo vuelo que vuela  el globo.

Vueltas y más vueltas

Si tan solo pudiera convencerte de que todo lo que nos une ha caducado. Si vieras que en mi cuerpo las heridas están abiertas más tiempo del debido. Si encontrara la forma de mostrarte que lo que viste a nuestros cuerpos es perecedero. Si en la sombra pudiera recrearte y en la luz fueras mía, siempre mía. Si la lluvia que nos moja nos secara las lágrimas que el corazón pontifica. Si el esclavo que toca el hierro de su celda descubriera que del otro lado del muro la fantasía deviene tragedia. Si el ruido que retumba en tus huesos proviniera de afuera y no de adentro. Si todo lo que tocas se destruye, ¿cómo pretendes vivir en paz? Si el frío te despierta en el banco de una plaza y lo primero que sientes es alegría. Si el amor que ha partido te enseñara que terminar es empezar de nuevo. Si la flor que se marchita en tu mano fuese roja toda la vida. Si el dolor de una despedida endulzara tus encías. Si lo que buscas no lo buscaras con tristeza, sino con un ápice de ganas. Si en el fondo de