(2014)
La luz de la tarde atravesando la
densidad del bosque, convirtiéndose en un mar de luz en el pasto. Reflejo de
esa luz que también se mueve por los árboles como un torbellino o un arroyo.
Una sonata que suena en la lejanía. Un hombre pensando en cualquier cosa. Un
hombre que se da cuenta de que se equivoca y no hace nada. Un hombre temeroso,
un guanaco de espaldas. Un caballero de poca monta. Un avestruz haragán.
Oí los tambores en la tarde
repentina. Los árboles gemelos mirándose con desconfianza. Un oso hormiguero
dibujando hormigas en una libreta blanquísima.
Hay un momento frío que atraviesa
la tarde con las hojas de sus cuchillos. Es entonces que uno decide salir a
caminar.
La tristeza del árbol carcomido
por las hormigas. Los murmullos de la tarde despiertan al poeta. Renace en una
especie de acuario, o una ciénaga. El poeta no sabe dónde está. Insiste. Quiere
encontrar esa palabra justa, esa descripción clara. El poeta despierta: quiere
darle sentido a todas las cosas.
Ya no sé nada. Puede que todo fuese un sueño. Puede que ni siquiera tenga pensamiento de poeta. Ni en español ni en inglés; quizá en lenguaje mudo. Pero el tambor no cesa de sonar, ni los árboles parece que se dejen de mirar o admirar.
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