(2013)
Debajo de mi cama hay un baúl
lleno de cosas. Lo descubrí hoy, mientras ordenaba un poco la casa. Mi
compañera me había dicho que la dueña del apartamento guardaba cosas ahí, pero
nunca tuve la curiosidad de fisgonear hasta hace un mes. Por diferentes razones
que no me detendré a enumerar, no lo hice hasta hoy.
Para darles una idea más precisa
de donde dormimos, alcanza con decir que el colchón descansa sobre un gran
cajón de madera que hace de cama. A simple vista, no es más que eso: una cama.
No obstante, sin el colchón la cama es una gran caja con cuatro tapas que dan
acceso a los objetos guardados dentro.
Entre los objetos descubiertos
encontré una lámpara de pie, una cortina gruesa de horrible estilo, un aparato
de música y varios libros interesantes, entre los cuales había cuatro
ejemplares en francés de novelas de Agatha Christie y uno que cogí sin
titubear: La hoguera de las vanidades, de Tom Wolfe.
La verdad es que este suceso me
sorprendió más de lo imaginado. No es tanto cuestión de lo que encontré, sino
el hecho en sí de descubrir que debajo de mi cama hay un espacio de almacenaje
de cosas que pertenecieron a alguien que vivió en esta casa antes que nosotros,
que leyó esos libros bajo esa lámpara de pie desarmada, que ocultó el sol del
verano con esa cortina gruesa que huele a humedad y tabaco, que escuchó discos interminables en ese viejo aparto de música.
Imagínese usted que se muda a una
casa y después de un año descubre, por ejemplo, que hay un azulejo en el baño
que puede quitarse y donde un niño alguna vez guardó una cajita con figuritas o
soldaditos de plomo al mejor estilo Amelie,
que usted lo abre y todo parece salido de un film fantástico. A eso es a lo que
me refiero. Al hecho de que uno no sabe dónde vive, que cree saberlo pero no lo
sabe, que la vida nos sorprende con cosas curiosísimas, que no hay que viajar a
Katmandú para asombrarse: con una simple observación del día a día basta.
Cómo disfruto de ese tipo de sucesos! Imaginar un mundo de posibilidades imposibles (o no) con sólo abrir un cajón, un cofre, una cajita, un sobre... Pequeños tesoros.
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