(2017)
Mis pasos interrumpían el soliloquio del silencio.
El cerro O’Cebreiro parecía vivir
a través de mi andar.
Si me detenía a observar el paisaje,
el cerro latía bajo mis pies.
El camino proseguía:
los árboles, los arbustos,
la tierra del camino mismo.
Todo subiendo a mi cuerpo:
a mis pies, a mis caderas, a mis manos.
La tierra seca que sube hacia el aire
y me cubre el cuerpo cuando camino.
El contacto de la tierra con mis labios,
el sabor de la tierra en mi lengua.
Y el camino.
Y el camino.
Y digo yo ¿Quién te mandará despertar?...
ReplyDelete¡Ese silencio, ese latir, ese abrazo de la tierra madre y ese beso, sin fin!
Cierra los ojos y duerme de nuevo, que queremos ese relato seguir:)