(2014) Todavía dudo si el hombre que vi hoy en la calle era él. Lo había visto por última vez en el verano, el día después en el que Messi la había clavado en el ángulo contra Irán. Vestía, con orgullo, la camiseta de Argentina. Sonreía. Caminaba junto a una chica. No llegué a verla, pero mi intuición la juzgó argentina: nunca se me ocurrió pensar que ese tipo andaría con una mujer que no fuese argentina. Bajaban por la calle Huertas, a pocos pasos de la Plaza del Ángel. Él caminaba con ese andar típico argentino, como si tuviera resortes en las zapatillas. Me sacaba varios centímetros de altura. -Nos salvó Messi -recuerdo haberle dicho. Él respondió algo y sonrió. Hoy, tres o cuatro meses después, lo volví a ver. Yo regresaba a casa desde los Cines Ideal. Pasé la Churrería que hace esquina en Atocha con Benavente. Luego, la tienda de café y la heladería. Siempre que paso por la librería religiosa de la esquina de Plaza del Ángel, miro las novedades de pasada (nunca me d...
Fragmentos de una vida pasajera y sus múltiples identidades