(2012) A Matías y Daniela Una pareja viajó a la Patagonia. Durante sus vacaciones, acariciaron otra vida. El tiempo libre, los cielos abiertos, la inmensidad de montañas inconquistables. Cada sitio, cada aroma, el contacto con la tierra abrió viejas ventanas interiores, conquistó nostalgias, sosegó heridas. En todo ese tiempo, la pareja recordó que no hay crimen más grande que el olvido. Por eso, y porque la amistad desconoce de fronteras, decidieron enviar postales. Se detuvieron en los pequeños comercios de los pueblos del interior del país y buscaron una postal, y luego otra. Así, a lo largo de los caminos que recorrieron, fueron enviando postales a sus amigos. Una postal para cada persona entrañable. Entre ellos, estrella afortunada, estaba yo. Sin embargo, mi postal no me llegó con un sello del correo argentino. No la encontré en mi buzón de la calle Atocha. No me la entregó un cartero apurado. Mi postal viajó en el bolso de una mujer, envuelta en un sobre marrón. La hermana de un...
Fragmentos de una vida pasajera y sus múltiples identidades