(2002) (Escrito un día sin nubes) Acércate, lluvia, acércate a este mundo. Llueve lo que quieras tu vida de techos y paraguas. Llueve tu vida pesada al borde de la oscuridad. Llueve, y despierta los sentidos más ocultos y pacíficos de los hombres, despierta sus gestos más humanos, sus secretas heridas abiertas; despierta sus palabras de consuelo, sus silencios abrasadores, sus sensaciones nostálgicas de brazos abiertos. Ven, acércate, y llueve sin miedo. Tu agua es licor que se desliza entre enredaderas y mejillas de mujer. Tu agua es oro transparente. Es sopor en las noches solitarias cuando el sueño no llega. Algún día que lluevas fino, podría acercarme a ti. Levantar la mirada hacia el nimbo del que provienes y dejar que tus gotas golpeen mis ojos salados y parpadear. Jugar así, o bailar y empaparme las ropas secas de tanta soledad. Acércate, lluvia, la ciudad te necesita. Necesita beber de tu fuente esencial, de tus manantiales sagrados, atragantada por tanta comida enlatada, ardie...
Fragmentos de una vida pasajera y sus múltiples identidades